Pacifismo,
oposición a la guerra y a otras formas de violencia, expresada a través de un
movimiento político organizado o como una ideología específica. El pacifismo
incluye variantes absolutas y doctrinarias y otras más generales y prácticas.
Los pacifistas absolutos se oponen a todas las guerras y a cualquier forma de
violencia; los pacifistas relativos asumen ciertas posturas respecto a los
conflictos y las clases de violencia hacia los que manifiestan su oposición y
crítica. La mayoría de los pacifistas absolutos ponen de relieve la inmoralidad
de la muerte de una persona a manos de otra. La filosofía del pacifismo se basó
a lo largo de la historia en la moral, la voluntad divina o la conveniencia
económica y social. El término en sí no se hizo popular hasta comienzos del
siglo XX.
Objetivos
pacifistas
En el intento por
prevenir la guerra, los pacifistas han de conseguir cuatro objetivos
primordiales: establecer un clima favorable a la paz, reducir o eliminar las
causas potenciales de conflicto inherentes a la competencia económica, a la
ambición de poder y al miedo a la dominación extranjera, deben poner en marcha
formas de solucionar los conflictos, tales como procedimientos de mediación, arbitraje
y juicio, y, por último, han de encontrar mecanismos para garantizar el
cumplimiento de las decisiones adoptadas. Se han propuesto varias formas
diferentes de conseguir estos fines.
Pacifismo absoluto
Los miembros de
algunos grupos religiosos, como los de la Iglesia menonita y los cuáqueros,
creen que pueden lograr que los agresores adopten comportamientos pacíficos
dando ejemplo de conducta solidaria y no violenta. Esta actitud está recogida
en el Nuevo Testamento en el sermón de la Montaña, pero es mucho más antigua
que el cristianismo: su origen puede encontrarse en las enseñanzas de Buda,
Confucio y otros filósofos orientales. El pacifismo absoluto preconiza que sus
seguidores serán capaces de mantener su valentía moral cuando se enfrenten a una
agresión o a una provocación, y que influirán en los agresores al devolverles
bien a cambio de mal. Sin embargo, este pacifismo nunca ha tenido un éxito
completo. Aunque los primitivos cristianos observaron esta actitud durante
varias generaciones, su oposición sin compromisos al uso de la fuerza
desapareció cuando la Iglesia se alió con Estado romano en el siglo IV. Un
postulador contemporáneo del pacifismo absoluto se declarará generalmente
objetor de conciencia cuando deba realizar el servicio militar.
Pacifismo relativo
Los pacifistas
menos absolutos siguen otros códigos de conducta. Algunos rechazan el uso de la
fuerza y propugnan la persuasión moral, pero también fomentan la resistencia
pasiva para conseguir sus objetivos. Dos ejemplos de este comportamiento son la
resistencia contra el Gobierno británico en la India durante el siglo XX, y la
desobediencia civil de los estadounidenses por los derechos civiles. Los
críticos de esta visión argumentan que incluso la resistencia pasiva provoca
frustración, resentimiento y una mayor opresión por parte del agresor.
Muchos pacifistas
piensan que sólo es posible mantener la paz mediante una disposición a usar la
fuerza en algunas circunstancias normalmente caracterizadas como defensivas.
Una de estas concepciones permite la defensa armada frente a un ataque, pero no
ayudar a otros países que sean atacados. La teoría de la seguridad colectiva
propone una alianza defensiva de naciones amantes de la paz frente a las que la
rompan. Si se desea que esta opción no degenere en un mero sistema de alianzas
rivales, debe establecerse alguna maquinaria internacional que sea capaz de
arbitrar y de imponer sus decisiones. Por tanto, los partidarios de esta teoría
han defendido todas las organizaciones internacionales, como el Tribunal
permanente de arbitraje, la Sociedad de Naciones y la Organización de las
Naciones Unidas.
2. Definición de
guerra:
Guerra, concepto
jurídico que hace referencia al conflicto armado entre dos estados, denominados
beligerantes, y que tiene como finalidad hacer valer un determinado objetivo
utilizando medios que el Derecho internacional público reconoce y regula en el
denominado Derecho de guerra.
A efectos jurídicos
no se comprenden en el objeto del Derecho de guerra las contiendas civiles, es
decir, las que tienen lugar entre bandos de un mismo país, pues sólo engloba
las guerras en la medida en que no sean una cuestión interna de un Estado. Por
la misma razón tampoco es guerra (en sentido jurídico) la lucha que un Estado
organiza contra grupos insurrectos, por ejemplo, terroristas, piratas, y ello
por extendidos que se encuentren o por muchos que sean los ciudadanos
implicados en la lucha o en los movimientos que se quiere reprimir.
Tampoco es guerra
en puridad la colaboración de una parte de las Fuerzas Armadas de un Estado en
la convocatoria que formula un organismo internacional para participar en una
acción colectiva; por ejemplo, las medias coercitivas que aprobó la
Organización de las Naciones Unidas (ONU) contra Irak en 1991 o la intervención
de fuerzas de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) en 1994
durante la guerra de la antigua Yugoslavia.
En el Derecho de
guerra sobresalen varios documentos, como la Declaración de París de 1856
acerca de la piratería y los Convenios de La Haya de 1907, sobre el régimen de
los barcos mercantes enemigos al comienzo de las hostilidades, la
transformación de los barcos mercantes en buques de guerra, la colocación de
minas submarinas de contacto, el derecho de captura de buques y los derechos y
deberes de los estados neutrales. Son también importantes los Tratados de
Londres de 1936 sobre la guerra submarina.
3. Causas
atribuidas a la guerra y planes de paz:
Según Nocicow
"la misma frecuencia de las guerras parece probar que no resuelve
nada". Pero este pensamiento puede aplicarse igualmente y con el mismo
resultado de la paz. Ni la paz ni los tratados que la consagran resuelven nada.
Se han calculado hasta 8.000 tratados de paz conocidos, los cuales han sucedido
a 8.000 guerras y siempre ha sido necesario volver a comenzar.
Sin embargo, pronto
se ha buscado el miedo de asentar la paz sobre unas bases más estables que la
de los tratados particulares.
Desde el punto de
vista jurídico, se ha hecho observar que los tratados de paz, por el sólo hecho
de que ponen fin a las hostilidades, están todos empañados con violencia. Los
vencidos no dejan nunca de considerarlos como nulos a la primera ocasión. Era
necesario pues, salir del círculo que hace que la violencia engendre violencia
perpetuamente. Se debía intentar sustituir unos aspectos generales por unos
aspectos particulares, suplir los contratos por un estatuto o ley internacional
que permitiera evitar el recurso de la fuerza.
Los planes de paz
nacen después de una serie de guerras. Estos pueden ser de varios tipos:
- Económicos.
- Políticos.
- De estado único.
- De equilibrio
entre estados.
- Basado en los
regímenes políticos y en las creencias de los estados.
- Psicológico y
hedonistas
- De desarme.
4. Problemas:
La cuestión de la
paz plantea dos problemas complejos a la izquierda tradicional:
Un problema
teórico, que consiste en la propia aceptación del término paz. Parece claro que
cualquier movimiento pacifista digno de este nombre tiene que rechazar las
guerras de todo tipo, tanto nucleares como convencionales. El valor empírico
humano paz debe ser absoluto.
El segundo
problema, es de orden táctico y estratégico. Los movimientos, en general, han
demostrado, en la práctica, una capacidad de respuesta y de movilización de la
opinión pública que pone en tela de juicio la capacidad de los aparatos
políticos tradicionales como expresión de las necesidades de la población, es
decir, el sistema democrático.
No pretendemos
dudar de la buena voluntad de los pacifistas, pero creemos que en muchas
ocasiones se hace un aprovechamiento y utilización de la paz para fines humanos
que no tienen relación positiva con esta.
En teoría, por lo
menos, nadie está contra la paz. No obstante, existen pocas palabras de uso tan
común cuya definición y práctica sea tan compleja. Quizás porque mucho más que
un valor y un proceso, la paz ha sido una frágil situación de echo, inestable y
en constante peligro.
La mayoría de las
veces, la paz es definida por su antítesis, la guerra. Toda la ambigüedad que
rodea el fenómeno de la paz en las sociedades contemporáneas podría ilustrarse
con un solo ejemplo: los gobiernos dedican mucho más dinero, investigación y
esfuerzo a los preparativos de la guerra que a los de la paz, bajo la paradoja
de que pertrecharse para la guerra es la mejor manera de preservar la paz.
Movimientos pacifistas:
Por lo general, los
movimientos no surgen de una estructura ideológica definida, como ocurren en
los partidos políticos, sino de un "gesto". Empiezan por la protesta,
la desobediencia y la rebeldía. Su causa general es la lucha contra las
instituciones y la "lógica del sistema". De ese modo el potencial
democrático de los movimientos es considerable, pues reaccionan de manera
espontanea y concreta ante las grandes cuestiones de la sociedad contemporánea,
de vital importancia para el género humano.
La naturaleza
espontanea y limitada de los movimientos, determina otros rasgos: están
mínimamente organizados, pues mientras observan su impulso inicial, los
movimientos se resisten a los intentos de manipulación. La última
característica se deduce de lo anterior: Son indiferentes y a veces
abiertamente hostiles a los principios doctrinarios; lo cual no quiere decir
que sean hostiles a las ideologías, sino que su razón ideológica en todo caso,
es subterránea y no admite una estructuración doctrinaria clásica.
Muchos
comentaristas han insistido acerca del carácter efímero de los movimientos,
pero, en todo caso, no es más que una apariencia: resurgen de manera casi
continua, reunidos en torno a otra cuestión, pues su rasgo definidor es la
movilidad. Y el hecho de que se vinculen en torno a una cuestión concreta
permite la coexistencia de movimientos paralelos que fácilmente pueden aliarse,
coincidir; cosa que no ocurre habitualmente con los partidos políticos entre
sí.

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